lunes, 13 de mayo de 2013

LXXIII 1990´s Kenia (Nakuru-Masai Mara) - Viajes






Nakuru Lake - Masai Mara (Kenia) 1998: En el meridiano de nuestro viaje, tras discurrir por tierras del sur de Ethiopia, ya de regreso a Nairobi (Kenia), decidimos dejarnos llevar por los caminos hechos-transitados de África con nuestros cuerpos cansados y nuestras mentes llenas, nada indiferentes.
 Descansamos un par de días en Nairobi para volver a la carretera enrolándonos en un Safari de cuatro días por los parques Nakuru Lake y Masai Mara, de la mano de Babu, un simpático Keniata que nos dio alojamiento en su agencia de viajes Planet Safari, y nos introdujo dentro de un grupo de mochileros que se unían a la aventura, su simpatía y sabiduría, ya que Babu conocedor del terreno nos iba conduciendo con su 4x4 a través de las llanuras africanas adivinándonos todo tipo de especies, sus lugares de descanso, avituallamiento, caza.
Primero nos llevo al lago Nakuru Park, un parque de zonas mas boscosas alrededor del lago, gracias a Babu tuvimos suerte de adivinar las primeras especies, una sensación increíble disfrutar de estos animales salvajes en su medio natural, nunca me gustaron los zoos, siempre me entristecieron, pero esto era una experiencia totalmente distinta, en este caso nosotros éramos los que estábamos encerrados, admirando la majestuosidad del paso lento de los elefantes, las líneas esbeltas de las jirafas, el bullicio del canto de los flamencos, la libertad al atardecer, vislumbramos entre los matorrales la prehistórica silueta del rinoceronte blanco, especie introducida en el parque, con cada descubrimiento nos daba un vuelco el corazón, antes de marcharnos a dormir aquella tarde un gran leopardo perezoso encaramado en su rama nos despedía alzando su cabeza majestuosa. Gran noche aquella, donde Pablo y yo nos mirábamos entusiasmados como si de dos niños se tratara.


Al día siguiente Babu, nos condujo al interior del parque Masai Mara, ya al horizonte se podían vislumbrar las primeras familias de elefantes y jirafas caminando lentamente, y entre medio de toda esa fauna, a los Masai pasturando a su ganado, un increíble equilibrio natural, la primera parada de nuestro amigo Babu, fue en un poblado Masai donde tenia que dejarle unos medicamentos a un amigo suyo, para nosotros fue nuestro primer contacto con los grandes Masai, sus pequeños poblados están formados por pequeños habitáculos circulares hechos de barro, estos rodeados por un circulo de matorrales y espinos para protegerse de las fieras en la noche, y al que se accede por una pequeña entrada que queda cerrada al atardecer. Nos enseñaron su estilo de vida, a hacer fuego con unos palos y hojarasca, a sobrevivir en un medio natural, salvaje y hostil. Guerreros de gran porte, adaptados al medio, sin miedo en sus miradas curiosas, al igual que los Samburu o Turkana en el norte.

Después de adquirir algo de artesanía y de grandes sonrisas y despedidas, continuamos nuestro recorrido, Babu decidió llevarnos al campamento y dejar pasar las tórridas horas de la siesta, para más tarde conocer las luces mágicas del atardecer en las llanuras del Masai Mara, y ver la vida despertar al ponerse la noche.
Es cierto, la actividad comenzaba a ser mas frenética al atardecer, como si toda la fauna se desplegara a lo largo y ancho de la llanura, todos en sus sitios y con las distancias pertinentes de seguridad, los grupos de ñus y cebras que descendían hacia el sur a mediados de noviembre, en busca de pastos, las gacelas, los elefantes, las jirafas, todos en un perfecto baile territorial, siempre alerta de las bestias mayores, que en ese momento pudimos ver retozando entre los matorrales gracias a Babu, hábil rastreador, podían estar tranquilos el resto de los animales, ya que este grupo de leonas con sus cachorros todavía andaba despertándose de una larga siesta, discurrimos por los caminos con Babu, sus explicaciones nos sumergían en uno de los muchísimos documentales de la 2 sobre la vida salvaje de África, solo que en vivo y en directo, ya antes de retirarnos a las tiendas de campaña y los sonidos de la noche, pudimos vislumbrar un magnifico ejemplar de Leopardo o Cheetah, el felino mas veloz de la sabana, majestuoso, encaramado sobre un tronco abatido por el tiempo, contemplando relajado el horizonte de su territorio, quizás planeando algún sprint sobre alguna de las presas posibles que le llevara algún bocado antes de irse a dormir. Con esta imagen y la de las siluetas que aparecen en la espesura de la noche con los trazos de luz de nuestro pequeño 4x4, Masai Mara, una vuelta a los orígenes, a la naturaleza salvaje.








































































































































































Hace tres mil años pueblos de lengua bantú migraron desde las selvas del centro de África y se establecieron en los alrededores del lago Victoria (en el este de la actual Kenia). Dos mil años más tarde, tribus nilóticas y cushtics (antepasados de los oromo y los somali) penetraron, desde Sudán y Etiopía respectivamente, y se diseminaron por el territorio keniata.
En el año 600, mercaderes árabes, atraídos por el marfil de Kenia y metales y piedras preciosas de zonas aledañas, establecieron ciudades puerto sobre el océano Índico. Desde allí mantuvieron un importante flujo marítimo con el mundo árabe, con Persia e India. En centros portuarios como Mombasa o Malindi, los comerciantes y los bantúes, cuya expansión progresiva había ganado el centro y el extremo oeste del territorio del país, generaron la cultura swahili.
Malindi y Mombasa conocieron su máximo esplendor entre el 1100 y el 1500, cuando fueron atacadas por escuadras portuguesas. Tras haber establecido una red de tráfico de esclavos y de marfil, Portugal fue expulsado definitivamente en 1698 por los sultanes de Omán, quienes se apoderaron, además, de Zanzíbar (pequeña isla al frente de Kenia, que luego integró Tanzania) y aprovecharon la infraestructura y los mercados de los portugueses.
Pese a violentos ataques por parte de los maasai (tribus pastoras nilóticas, igual que los lúos), árabes y swahilis se internaron en caravanas hasta el lago Victoria o hasta el extremo sur. El interior del país, poblado, en su mayoría, por kikuyus y kambas (bantúes), no conoció organización ni cultura comparables a las costeras.
La abolición del tráfico de esclavos (1873) y la incursión de expedicionarios alemanes en el territorio de Kenia aceleraron el retiro de los árabes y de los indios (menos numerosos) de las ciudades.
En 1890, alemanes y británicos pactaron un reparto del control sobre el este de África. El territorio de Kenia pasó a manos de los ingleses, quienes ya dominaban la actual Uganda. El régimen de Protectorado (1890) –que más tarde se convirtió en el de Colonia de la Corona británica (1920)– creó las condiciones para el desarrollo de la Compañía Británica del este de África.
En 1896 se construyeron vías férreas que unieron Mombasa con Uganda y con el lago Victoria y se instalaron unas 5 mil familias europeas en tierras destinadas a la plantación de café y té, con mano de obra africana. Estas familias se apropiaron de cuatro quintos de las tierras fértiles, mientras el quinto restante fue repartido entre un millón de kikuyus.
Durante la Segunda Guerra Mundial, contingentes de keniatas fueron obligados a combatir contra territorios italianos linderos, como Etiopía y Somalia, al tiempo que los británicos admitieron un representante local en el Consejo Legislativo.
En 1944, se fundó la Unión Africana de Kenia (KAU), una organización intertribal anti-colonialista cuyas primeras reivindicaciones se centraron en reclamos de los kikuyus. Liderada por Jomo Kenyatta (kikuyu), la KAU organizó huelgas y marchas de campesinos sobre las ciudades.
En 1952, se desataron revueltas masivas bajo el mando de la sociedad secreta Mau Mau, vinculada a la KAU. En respuesta a la escalada de atentados contra la propiedad y la vida de los colonos, en 1953, la administración colonial decretó el «estado de emergencia». Se proscribieron los partidos políticos, los principales dirigentes nacionalistas fueron arrestados –Kenyatta, entre ellos– y miles de kikuyus fueron enviados a campos de concentración.
Kenyatta permaneció en prisión hasta 1959, cuando comenzó un arresto domiciliario. En 1960, la KAU pudo volver a la legalidad bajo el nombre de KANU (Unión Nacional Africana de Kenia). Una vez liberado, en 1961, Kenyatta asumió la presidencia de dicho movimiento.
La metrópoli emprendió un plan de apertura a la participación política de los africanos, que comenzó por integrar a Kenyatta al Consejo legislativo en 1962. La KANU, apoyada fundamentalmente por los kikuyus y los lúos –tanto de los centros urbanos como de áreas rurales–, había obtenido esta representación en elecciones en las que enfrentó a la KADU (Unión Democrática Africana de Kenia), apoyada por diversas tribus favorables a los colonizadores. La KADU se desintegró en 1964.
A partir de 1961, la administración británica puso en marcha un sistema de venta de tierras (dos millones de hectáreas), con el que los colonos –instalados en tierras de keniatas– se hicieron de 55 millones de dólares al vender a keniatas los terrenos que habían ocupado. A tales efectos, compañías financieras británicas abrieron líneas de crédito.
En mayo de 1963, se realizaron elecciones generales y Kenyatta asumió el cargo de primer ministro, al tiempo que se aprobó una nueva Constitución que preveía la autonomía de Kenia. Después de largas discusiones con Londres, en diciembre, Kenia obtuvo su independencia formal. Un año más tarde, se proclamó la República con Kenyatta como presidente y Oginga Odinga –perteneciente a la tribu lúo– como vice presidente.
Al poco tiempo de asumir la presidencia, Kenyatta fue acusado de gobernar en beneficio de su propia tribu (kikuyu) y de relegar a los restantes grupos. Su régimen alentó la libre empresa y la implantación de trasnacionales. Abrumados por las deudas, los campesinos –que habían recuperado sus tierras– volvieron a perderlas. Una burguesía negra de allegados a Kenyatta sustituyó, en la dirigencia de los asuntos económicos, a los antiguos colonos blancos.
En 1966, Odinga (lúo) se retiró de la KANU, condenando su política conciliadora, y fundó la KPU (Unión Popular de Kenia). En 1969, Tom Mboya (lúo) –que se había desempeñado como ministro– fue asesinado y se proscribió la KPU.
A lo largo de la década de 1970, se intensificó la represión contra los movimientos de raíz étnica, bajo la supervisión de Charles Njonjo. La mayor de estas organizaciones, la GEMA –Asociación de los Kikuyus, Embus y Merus–, dirigida por el millonario Karume Njengay, se convirtió en un poderoso grupo de presión de los dirigentes tribales, quienes se enriquecieron en negocios con estadounidenses e ingleses.
Kenyatta murió en setiembre de 1978, a los 85 años de edad. Lo sucedió en el cargo su vicepresidente, Daniel Arap Moi, integrante de la tribu kalenkin (poco numerosa). Las desconfianzas continuaron, agravadas por la difícil situación económica: el tipo de actividades emprendidas por el capital trasnacional provocó desequilibrios estructurales que ahondaron la crisis y las tensiones sociales. El partido oficialista, KANU, fue el único autorizado a presentar candidatos en las elecciones de noviembre del mismo año, y se ratificó la Presidencia de Moi.
A comienzos de 1979 el presidente Moi decretó una amnistía para presos políticos e inició una campaña contra la corrupción. En 1980, Njonjo fue llamado a ocupar el cargo de Ministro de Interior.
Al inicio del gobierno de Moi, las empresas financieras transnacionales facilitaron créditos para rubros destinados a la exportación. Bajo el contrato de grandes firmas estadounidenses y europeas, numerosos agricultores keniatas iniciaron plantíos de caña de azúcar, café, té y flores. Como resultado de ello, el gobierno debió importar grandes cantidades de maíz y trigo de Estados Unidos y Sudáfrica.
Las dificultades, generadas por un alto déficit en las finanzas públicas, llevaron al presidente Moi a buscar una reconciliación con viejos rivales políticos que habían sido eliminados de la vida pública. Uno de los principales beneficiarios de esta apertura fue el ex vice presidente Odinga, quien volvió al parlamento en 1981, luego de once años de ostracismo.
En agosto de 1982, la fuerza aeronáutica organizó un complot que culminó en una violenta crisis. Nairobi fue escenario de manifestaciones multitudinarias y saqueos generalizados. Una vez que Moi se aseguró el apoyo del ejército, disolvió a la fuerza golpista y sofocó la rebelión. La universidad fue clausurada por tiempo indeterminado y Odinga quedó bajo arresto domiciliario.
La frustrada tentativa golpista tuvo, como consecuencia, un aumento de la desconfianza entre los integrantes de la KANU. En mayo de 1983, Moi denunció una tentativa de golpe por parte de su ministro Njonjo, quien, según Moi, contaba con el apoyo de Israel y Sudáfrica. En medio de la confusión, el presidente convocó a elecciones anticipadas y logró una aplastante victoria sobre los seguidores de Njonjo.
En noviembre de 1983, el presidente Moi reabrió la frontera con Tanzania, después de una reunión cumbre en Arusha. Esta reunión pretendía oficiar de punto de partida hacia el restablecimiento gradual de una coordinación económica entre Kenia, Tanzania y Uganda, después del fracaso de la Comunidad Económica de África Oriental, en 1977.
A partir de la victoria de 1983, Moi aumentó las atribuciones de su cargo, en desmedro de las del parlamento. Obligó a todos los funcionarios públicos a afiliarse a la KANU y en las elecciones internas del partido suplantó la votación secreta por un sistema de sufragio público.
A fines de 1987, la agitación provocada por grupos musulmanes en Mombasa detonó una nueva ola represiva que llevó, una vez más, a la clausura de la Universidad de Nairobi. Ese año, Amnistía Internacional denunció violaciones a los derechos humanos que involucraban al gobierno en torturas y asesinatos de opositores, especialmente de integrantes del movimiento Mwakenya.
En febrero de 1990, Robert Ouko, canciller, quien había denunciado actos de corrupción en el gabinete de gobierno, fue asesinado. Una investigación encargada al Scotland Yard británico reveló que varios colaboradores del presidente participaron en este crimen. La divulgación de estos hechos provocó una nueva ola de protestas populares.
El episodio de Ouko derivó en un repudio de la diplomacia internacional que, sumado a numerosas denuncias de violación de los derechos humanos, llevaron a Noruega a romper relaciones con Kenia en 1991. Sin embargo, el alineamiento de Moi a la coalición multinacional durante la Guerra del Golfo (1990) facilitó la obtención de préstamos de Gran Bretaña y apoyo militar estadounidense. Desde 1986, Kenia mantenía enfrentamientos militares con Uganda. Asimismo, el gobierno keniata acusaba a Sudán de proteger a grupos hostiles, y a Etiopía de encubrir el contrabando de animales salvajes robados en Kenia.
A mediados de 1991, la KANU convocó al consejo partidario para discutir la introducción de reformas democráticas. Grupos de presión como el Foro para la Restauración de la Democracia (FORD), liderado por Odinga, y la Alianza Moral para la Paz (MAP) fueron reconocidos legalmente como partidos políticos. Sin embargo, la fijación de un calendario para la realización de elecciones nacionales se postergó hasta fines de 1992.
A principios de 1992, el abogado James Orengo y la ecologista Wangari Maathai fueron detenidos por «difundir rumores maliciosos contra el gobierno». Estas personas adjudicaron a Moi un plan destinado a interrumpir el proceso de democratización iniciado el año anterior. Ese año, un grupo minoritario de oposición creó el Partido Democrático (PD), al tiempo que grupos de mujeres (que representaban el 52% del electorado y 80% de la mano de obra del sector agrícola) comenzaron a exigir el acceso a cargos de decisión en el seno de las diferentes organizaciones.
Las elecciones generales de diciembre de 1992 fueron precedidas por una marcha, en Nairobi, en la que el FORD, a pesar de su reciente fraccionamiento (en los sectores Kenia, Asili y Popular), convocó a más de 100 mil personas que exigían la realización de comicios, el cese de la represión y de la censura de prensa. Pese a obtener el 60% de los votos, lo seis partidos de oposición accedieron a 88 bancas en el parlamento, mientras que la KANU contó con 95 diputados. Al mismo tiempo, en el oeste del país 2 mil personas murieron en conflictos tribales.
En enero de 1993, en medio de acusaciones de fraude y corrupción, Moi asumió su cuarto mandato consecutivo. En febrero, el gobierno inició negociaciones con el FMI y el Banco Mundial (BM). Los acuerdos determinaron que el BM otorgara un préstamo de 350 millones de dólares. Ese año, la moneda keniata se devaluó un 23% y en 1994 Nairobi liberó el sistema cambiario.
En las elecciones nacionales de diciembre de 1997, tras la disolución del parlamento el mes anterior, Moi fue reelecto con el 40% de los sufragios. El cuestionamiento generalizado sobre la legitimidad de la presidencia de Moi obligó al presidente a nombrar a Raila Odinga (hijo de Oginga Odinga) y Mwai Kibaki, para que ejercieran, la vice presidencia en equipo.
En agosto de 1998, el estallido de una bomba en la embajada estadounidense de Nairobi mató a 248 personas. La responsabilidad de ese atentado recayó sobre tres hombres acusados de mantener vínculos con el saudí Osama bin Laden.
En el año 2000, Kenia sufrió la peor sequía del siglo XX. La pérdida de los cultivos derivó en escasez de alimentos, racionamiento de agua y recortes en el suministro de electricidad, tanto a nivel doméstico como industrial.
Ese año, el presidente de Estados Unidos, George W Bush, recortó los fondos que había otorgado su gobierno a Kenia para la aplicación de programas de planificación familiar, por entender que a través del envío de anticonceptivos se financiaba el aborto. (En 2002, la Fundación por la Mayoría Feminista denunció que la causa de muerte de una cada tres keniatas era el aborto). Al mismo tiempo, para detener la propagación del VIH/SIDA –cuyas víctimas ocupan la mitad de las camas hospitalarias del país– el gobierno de Moi ordenó, con el financiamiento del BM, la compra de condones a una empresa alemana.
La policía keniata ha sido la ejecutora de más del 60% de los asesinatos ocurridos en el país en el último lustro. En 2001 las muertes causadas por la policía llegaron al 90%. Ese año, se desataron enfrentamientos tribales por derechos sobre tierras y costas del río Tana, tanto en Nairobi –entre lúos y nubios del distrito de Kibera– como en el sur del país. La quema de aldeas había provocado desplazamientos de poblaciones.
En febrero de 2002, se aprobó una ley que prohíbe la mutilación genital de las niñas menores de 18 años, y condena a prisión a quienes la practican. La mutilación genital, aplicada en la mitad de los distritos rurales, se consideró tradicionalmente como una forma de evitar la promiscuidad.
Un grupo de terroristas suicidas estrelló un coche bomba contra un hotel turístico israelí en las cercanías de Mombasa, en noviembre de 2002, y provocó la muerte de diez keniatas y tres israelíes. En un atentado simultáneo, un avión israelí fue atacado por misiles cuando despegaba del aeropuerto de Mombasa, pero éstos erraron el blanco y el avión aterrizó a salvo en Tel Aviv (Israel). La red al-Qaeda reclamó la autoría de estos ataques y anunció más atentados «letales» contra Israel y EE.UU. El vicepresidente Musalia Mudavadi comentó que su país se había «convertido en un campo de batalla de guerras ajenas».
El 27 de diciembre, Mwai Kibaki ( 71 años), ex vicepresidente, ministro de Economía y líder de la Coalición Nacional del Arco Iris (NARC), ganó las elecciones presidenciales con el 63% de los votos. El candidato de la KANU, Uhuru Kenyatta –hijo del primer presidente de Kenia, Jomo Kenyatta, y sucesor preferido de Moi–, reconoció la victoria. Esto marcó el fin de los 24 años gobierno de Moi y de los 40 años de la KANU en el poder.
El nuevo presidente, reconocido por su ánimo moderado y conciliador, se comprometió a ejercer sus funciones «sin miedo, favoritismos, ni maldad» y a luchar contra la corrupción. En enero de 2003, creó una comisión anti corrupción que, en junio, obtuvo la inculpación legal del ex presidente Moi por malversación de fondos, en lo que se convirtió en un escándalo bancario. Sin embargo, en diciembre el gobierno otorgó garantías de inmunidad a Moi.
En marzo de 2004, el borrador de una nueva constitución fue completado; la misma había sido prometida por Kibaki al asumir el gobierno. El documento, que requeriría de aprobación parlamentaria, restringió los poderes del presidente y creó el cargo de primer ministro.
En julio, el estatuto para aprobar la nueva constitución fue extraviado. Pocos días después, Kibaki anunció que la aprobación de la constitución quedaba demorada, lo que causó protestas en Nairobi y Kisumu. Las mismas fueron reprimidas por la policía, que disparó contra cientos de personas. El hecho ocasionó profundas fisuras en el gobierno y registró varios enfrentamientos en la capital. Más de cien personas fueron arrestadas en los disturbios.
En octubre, la keniata Wangari Maathai, activista ambientalista y defensora de los derechos humanos, ganó el Premio Nobel de la Paz. Maathai dedicó gran parte de su vida a luchar por los temas ambientales. El Comité Nobel de Noruega, al entregarle el galardón, declaró que Maathai fue elegida «por su contribución al desarrollo sostenible, la democracia y la paz». Maathai fue la primera mujer africana en recibir dicha mención.
En diciembre un maremoto, denominado tsunami, devastó Asia del Sur. Las olas gigantescas provocadas por el tsunami originado en el Océano Índico alcanzaron las costas del país. Mombasa, la principal ciudad costera, y diferentes enclaves costeros del norte y el sur fueron gravemente afectados por el cataclismo.
El gobierno anunció en agosto de 2005 que construiría, conjuntamente con Uganda, un oleoducto que habría de unir la ciudad occidental keniata de Eldoret con Kampala, la capital ugandesa. La construcción habría de comenzar en agosto del año siguiente y se esperaba que entrara en funciones a finales de 2007. Ambos gobiernos habrían de invertir en la financiación del 49% del proyecto, mientras que el sector privado debía aportar el 51% restante.
Según un informe publicado por Oxfam Internacional en marzo de 2006, las naciones afectadas por la sequía que sufre el Cuerno de África (principalmente Kenia, Etiopía y Somalia) tardarían hasta 15 años en recuperarse si no eran asistidas con la urgencia del caso. En algunas zonas, los pastores nómadas perdieron hasta el 95% de su ganado, mientras que más de 400 mil personas eran asistidas por organizaciones internacionales.
El gobierno anuló en de mayo un acuerdo de compra del 50% de las operaciones de Shell Petroleum. Esta fue la primera vez, desde que asumiera Kibaki, en que el departamento de control de monopolios y precios actuaba para detener la compra de una empresa petrolera. Según analistas, esto impidió que Shell dominase la industria petrolera del país.
El presidente lanzó, en junio de 2007, una campaña para recuperar el Lago Victoria, seriamente afectado por la mengua de sus aguas y la sobrepesca. Según Kibaki, de esa campaña dependía la vida de 30 millones de personas que vivían en sus costas.


http://www.guiadelmundo.org.uy/cd/countries/ken/History.html


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